sábado, 30 de agosto de 2008

ROCKRÓNICA: CORTÁNDONOS LAS VENAS CON SAN PASCUALITO REY Y CORCOBADO

Fotos: Cortesía Santiago Arce

Ramón es taxista y está acostumbrado a lidiar con la ciudad y sus catástrofes, pero no este jueves: la fuerte lluvia incrementaba el tráfico natural y le impidió ver la coladera abierta. La neurosis de los demás carros se enfocó en el Taxi de Ramón y le mentaban la madre como si él hubiera decidido tener que pararse a cambiar la llanta y la cosa empeoraba, se dio cuenta que su llanta de refacción no estaba, se la habían robado.
Su celular tenía crédito sólo para una última llamada, así que debía pensarla muy bien. Necesitaba llamarle a alguien que de verdad pudiera hacer algo por él. Marcó el teléfono: la llamada entró y el locutor le respondió, -Estás al aire. No sabía qué decir y eligió contar su historia. “Dime qué canción estoy pensando para ti y los boletos son tuyos” – le dijo Pascual…

– "¡Buenas noches Metropólitan! ¿Listos para cortarse las venas?"

El Taxista se acomodó en su butaca y mostró las muñecas con total entrega.

Pascual no volvió a dirigirse directamente a su público hasta que presentó un par de canciones nuevas bajo luces amarillas “Este amor que nos marca, este amor no necesita que le prendan fuego… el silencio se ahoga en el centro de la cama”. Y no era necesario decir más, sus letras lo decían todo “Crucemos desiertos que no son los nuestros...”. Así se comunicaron durante 14 canciones. El teatro parecía haber cobrado vida y el público se entregaba cuando las luces los iluminaban. Aplaudían, chiflaban, coreaban (“Si pudieras ve lo que veo, tú conmigo al final del horizonte, arriba del monte...”); y gritaban “A huevo Pascual”. Ovaciones. Las palmas arriba cantando “Caemos o volamos”, “Nos tragamos”, “Cerquita de Dios” y “Solares Baldíos” dedicado a Amandititita, para terminar con “Una esquina del mar” sin mayor ceremonia Juan se descolgó el bajo al mismo tiempo que el vocalista y clavaron los instrumentos, cual espadas, en el piso y con la mirada al horizonte sin mostrar sorpresa o esbozar una sonrisa mientras el público, su público, se desbarataba en aplausos y el telón se cerraba.

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