AUTOR: ALEPH ANDRA
domingo 27 de abril de 2008
27 de abril de 2008. Clausura de la 24° Edición del Festival de México en el Centro Histórico, dentro del marco del Festival Instrumenta. Goran Bregovic y Banda Instrumenta Oaxaca en la Plaza de Santo Domingo.
Sin afán de caer en un protagonismo fanático ni la falsa pedantería periodística, y sin dejarme llevar por la euforia emocional provocado por la melomanía, buscando ser lo más objetiva posible, pero sin dejar atrás la sensibilidad musical, me atrevo a decir que lo que paso esa tarde de domingo en la Plaza de Santo Domingo, ha sido el mejor concierto al que he asistido en años.
Carajo, así justo así deberían ser todos los conciertos, un montón de gente dispuesta a divertirse, jóvenes, viejos, niños, de varias razas y nacionalidades, desde italianos, franceses, hasta los indígenas que han hecho de ese lugar su sitio, muchos sin un quinto, por eso asistieron al evento gratuito, otros sin la menor idea de lo que iban a presenciar aquella tarde. Nada que ver con las superproducciones a las que los citadinos nos hemos ido acostumbrando, patrocinios de grandes marcas nos ofrecen una gama infinita de alimentos, bebidas y entretenimiento cada vez que acudimos al show de nuestro artista favorito, todos estos distractores y derroche de consumismo, nos hace perder a veces la esencia misma de asistir a un concierto, vivir la música al desnudo, sin la barrera de un aparato reproductor o unas bocinas.
domingo 27 de abril de 2008
27 de abril de 2008. Clausura de la 24° Edición del Festival de México en el Centro Histórico, dentro del marco del Festival Instrumenta. Goran Bregovic y Banda Instrumenta Oaxaca en la Plaza de Santo Domingo.
Sin afán de caer en un protagonismo fanático ni la falsa pedantería periodística, y sin dejarme llevar por la euforia emocional provocado por la melomanía, buscando ser lo más objetiva posible, pero sin dejar atrás la sensibilidad musical, me atrevo a decir que lo que paso esa tarde de domingo en la Plaza de Santo Domingo, ha sido el mejor concierto al que he asistido en años.
Carajo, así justo así deberían ser todos los conciertos, un montón de gente dispuesta a divertirse, jóvenes, viejos, niños, de varias razas y nacionalidades, desde italianos, franceses, hasta los indígenas que han hecho de ese lugar su sitio, muchos sin un quinto, por eso asistieron al evento gratuito, otros sin la menor idea de lo que iban a presenciar aquella tarde. Nada que ver con las superproducciones a las que los citadinos nos hemos ido acostumbrando, patrocinios de grandes marcas nos ofrecen una gama infinita de alimentos, bebidas y entretenimiento cada vez que acudimos al show de nuestro artista favorito, todos estos distractores y derroche de consumismo, nos hace perder a veces la esencia misma de asistir a un concierto, vivir la música al desnudo, sin la barrera de un aparato reproductor o unas bocinas.
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